Publicado el miércoles 25 de marzo de 2015
Esto, aunque a priori es positivo, encierra el riesgo de que informaciones basadas en rumores o fuentes poco fiables tomen entidad de comunicación científica. Así pues, ¿cuál es el papel del periodista científico en este nuevo contexto?
Esta pregunta es la que intenta contestar el ex subdirector de La Vanguardia Vladimir de Semir en su ensayo Decir la Ciencia. Divulgación y periodismo de Galileo a Twitter.
En la obra, el director del Máster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental del UPF-IDEC censura que algunos medios busquen notoriedad convirtiendo la información científica en una mera sucesión de anécdotas e historias sorprendentes sin hilo conductor, con el único fin de conmover el público.
Así, aboga por la necesidad de establecer un código ético en la publicación de las noticias científicas, sobre todo de aquellas que hacen referencia a medicina, salud y medio ambiente, con el fin de no generar confusión y expectativas infundadas entre el público en temas tan sensibles.
A pesar de estos peligros, De Semir sostiene que el periodismo científico es el más riguroso a la hora de consultar fuentes y presentar la información de forma objetiva. Así, analiza el discurso divulgativo de la ciencia desde tres aspectos: el uso del lenguaje, la "re contextualización" de este lenguaje y las herramientas y los procedimientos concretos que se utilizan para lograr los efectos estéticos, persuasivos y cognitivos necesarios para comunicar.